Descripción
Laurel tiene quince años y se siente perdida tras la muerte de su hermana May. Cambiar de instituto parece una buena idea: allí nadie la conoce y podrá empezar de cero, mientras reparte las semanas entre la casa de su padre, presente pero inmerso en su dolor y el hogar de su devota tía, empeñada en educarla como es debido para compensar el abandono de su madre, que se ha ido a California intentando huir hacia delante. Entre uno y otra Laurel intenta entender qué desencadenó el desastre, qué ocurrió la noche en la que May se fue para siempre, cómo sobrevivir al mundo sin su hermana, su sostén.
El primer día de clase, su profesora de lengua les pone un trabajo: escribir una carta a alguien que haya muerto. Laurel escoge a Kurt Cobain, el ídolo de su hermana. Así descubre lo fácil que le resulta hablarle de su vida, de sus miedos, del chico de la cazadora de cuero que la mira desde lejos. Y sigue escribiendo cartas, a Kurt pero también a Amy Winehouse, a River Phoenix, a Amelia Earhart, a Elizabeth Bishop o a Shirley Temple. A ellos les cuenta cómo hace dos nuevas amigas que se besan a escondidas, cómo va descubriendo canciones y poemas que hacen más llevadero el dolor. Todo nos resulta cercano, lleno de fuerza pero exento de dramatismos innecesarios.
Una novela sobre la vida y la muerte, sobre el deseo de vivir y el duelo por la pérdida, sobre la exploración de los límites del mundo que a cada uno le ha tocado en suerte. Totalmente recomendable.