Descripción
Un hermoso poemario donde las palabras y las ilustraciones hacen malabares con las formas y el sentido; un viaje donde el ritmo y la imaginación no tienen límite: trenes que invitan a subir, una bici que sigue a la cleta, un grillo que canta a la luna, el soldadito de plomo que mira la televisión… Todas las piezas encajan en este “juguete verbal” que Eduardo Polo extiende sobre la alfombra del magnífico ilustrador catalán Arnal Ballester.
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