Descripción
La Isla del Tesoro es un relato oscuro. Oscuro por la conciencia de que al final del camino hay riquezas que van más allá de los sueños de la avaricia. Todos saben algo, intuyen un oscuro secreto, pero nadie lo sabe todo, excepto quizá Billy Bones, el viejo capitán que parece haber sobrevivido a una vida de pillaje, calumnias y codicia. Pero está a punto de morirse… y aunque se está a punto de morir, los que saben algo importunan su condenada alma.
Acentúan la sensación premonitoria los golpecitos del bastón de Pew el Ciego en la neblina arremolinada de un solitario páramo a la orilla del canal de Bristol. La amenaza de un peligro
inminente se torna claustrofóbica, se pega como un sudario húmedo. La amenaza de un marinero con una pata de palo y la siniestra visita de Perro Negro con la mano mutilada se acercan.
Sólo Jim Hawkins puede que sea inocente, pero incluso él se esfuerza demasiado en mantenerse imparcial y por encima de la lucha que desgarra a cada uno de los personajes de la historia, incluido él mismo. A todos, incluso a los respetados doctor Livesey y squire Trelawney les ciega una desmedida sed de oro.
No hay dechados de virtudes en esta novela. No hay lugar para la respetabilidad en un chirriante barco de madera tripulado por aventureros decididos a enriquecerse de golpe con un tesoro bañado en sangre, lo que los sitúa al mismo nivel que la chusma infame que lo guardó en una isla dejada de la mano de Dios. De hecho, los piratas que lo escondieron nos parecen más dignos de respeto que el que esta pandilla pudiera suscitar en una docena de relatos.
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