Descripción
Todos nos hemos sentido insignificantes alguna vez. Pequeños, casi invisibles, como si encogiéramos. Pero… ¿qué ocurriría si de verdad un día la ropa empezara a quedarnos cada vez más grande, o dejásemos de llegar al estante de las galletas? ¿Si subirnos a la silla se convirtiese en una proeza o quisieran enviarnos a la clase de preescolar?
Un libro inquietante pero lleno de ternura y humor, sobre cómo los adultos, investidos de nuestra responsabilidad educadora, nos negamos a ver y a mirar realmente a los niños que nos rodean.
Un clásico imprescindible en toda biblioteca familiar, que nos obligará a reflexionar juntos sobre la soledad, la aceptación y el papel que interpretamos cada uno de nosotros en las relaciones con la infancia.